
Gran Hermano, el programa que con tanto éxito lidera la degradación de los contenidos audiovisuales, se ha apuntado al más difícil todavía y en su nueva oferta de temporada va a contar con la participación de un cura, un sacerdote que va a compartir tentaciones y miserias con lo mejor de la casa.
Se llama Juan Molina, es profesor de religión fuera de las horas de liturgia, amante de la música heavy más que del canto gregoriano, y motero en sus ratos libres. La jerarquía eclesiástica correspondiente no ha visto con buenos ojos su iniciativa ni entiende que su presencia pueda contribuir a evangelizar a sus compañeros de experiencia ni a ejemplarizar...
