
La familia Ruiz Mateos, refractaria a las leyes del escarmiento, no han esperado a enero, como hacen los grandes almacenes, para saldar el panal de empresas con que estaba empeñada en resucitar la colmena de la abeja. Acaban de abrir los infrecuentes saldos de otoño. Todo estaba, por lo que se ve, tan colgado en el aire que al final las deudas y compromisos financieros impusieron a los nuevos rumaseros una liquidación de emergencia que la familia, claro, atribuirá a la persecución del Gobierno que no les permite las chapuzas y a los bancos que no le permitieron seguir desafiando las leyes de la naturaleza financiera.
Ruiz-Mateos hace años, y...
