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Diego Carcedo, periodista, asturiano de Cangas de Onís. Fue director de Radio Nacional de España. Corresponsal en Nueva York y Portugal. Es Presidente de la Asociación de Periodistas Europeos.

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ABELARDO

21 de octubre de 2010

Hacía varias semanas que Abelardo García estaba mal; en su familia y entorno se temía lo peor aunque nadie quería asumirlo. Y falleció el lunes en el Hospital General de Asturias. Hoy será enterrado en Cangas de Onís, la ciudad donde residía desde hace muchos años y donde ha desarrollado la mayor parte de su actividad empresarial. Había nacido en Amieva, en el seno de una familia de comerciantes modestos en la que se ejercitó desde muy joven en el comercio rural, y siempre había manifestado una fuerte vinculación con su lugar de origen.
Deja viuda -Raquel, ex profesora del Instituto-, tres hijas -Raquel, Julia y Salomé-, hijos políticos y varios nietos. En estas horas de dolor, todos ellos apenados, igual que muchos amigos -que todavía no nos hemos repuesto del impacto de la noticia ni mentalizado de la enorme pérdida que su muerte nos supone-, sufren en estos momentos la irreparable pérdida de su cariño, de su compañía y de la alegría de vivir que su proximidad siempre proporcionaba a cuantos le rodeaban.
Abelardo, como era conocido popularmente, era un hombre sencillo, cordial, irónico, íntegro e inteligente. Muy inteligente aunque él a veces lo intentaba disimular protegido por una imagen de curiosidad intelectual que permanentemente le animaba a preguntar y a interesarse por el análisis ajeno de los hechos y las noticias. Nada le era indiferente, de todo sabía y de todo tenía ideas claras aunque nunca las exhibía de manera frívola o irresponsable. Nada más ajeno a su personalidad que el dogmatismo o la prepotencia. Era conservador en sus ideas básicas pero tenía un excepcional sentido de la igualdad entre las personas, de la justicia y de la necesidad de erradicar las diferencias sociales.
En el mundo de los negocios, en el que desarrolló su actividad profesional, fue sin duda un autodidacta brillante y exitoso. Sus iniciativas, bien secundadas enseguida por su yerno Antonio Puente, dinamizaron el desarrollo de la industria turística tanto en Cangas de Onís como en otros municipios del Oriente. Abelardo era el consejero oportuno, el socio siempre leal y fiable y, sin duda, la persona que pronto generaba amistad, propiciaba confianza y facilitaba el entendimiento. Su prestigio era reconocido en toda la comarca lo mismo que en las comarcas fronterizas de León. Nunca, se escuchaba hoy en Cangas, una mala noticia ni un traspiés en sus actividades empeñó la imagen limpia de hombre serio y ponderado de Abelardo.
Durante un tiempo, en los ya lejanos años de la Transición a la Democracia, Abelardo García fue concejal del Ayuntamiento de Cangas de Onís por el Partido Popular. Su trabajo municipal en aquellos difíciles tiempos fue igualmente impecable. Fue un opositor firme a la gestión de la Alcaldía, entonces en manos de la UCD, pero invariablemente, desde la honestidad, el pragmatismo y la visión de futuro que siempre presidió su actitud. En Cangas, donde bien puede decirse que no tenía más que amigos, mejor dicho, donde todos éramos sus amigos, deja un vacío imposible de llenar. La figura esbelta, su cabello pelirrojo, su permanente sonrisa y su aspecto de sabio -lo era- despistado sintetizaban sin duda el mejor ejemplo de eso que conocemos como la imagen de la mejor calidad humana.
Diego Carcedo

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