PERFIL

Diego Carcedo, periodista, asturiano de Cangas de Onís. Fue director de Radio Nacional de España. Corresponsal en Nueva York y Portugal. Es Presidente de la Asociación de Periodistas Europeos.

VIDEOS

MIS LIBROS

Teodorín

4 de marzo de 2012

En Guinea Ecuatorial, que pesar del petróleo sigue siendo uno de los países más pobres de Africa, es decir del mundo, tienen en nómina pública a uno de los mayores despilfarradores de bienes ajenos que a alguien con sentido común quepa imaginarse. Se llama Teodoro Obiang, como su padre, el dictador perpetuo de la plaza, pero se le conoce en los ámbitos internacionales de la ostentación y el consumo desmesurado por el diminutivo de “Teodorín”, nombre con 43 años en las espaldas más bien de cómic borde y despótico o, si se prefiere, de poquita cosa venida a más.
Poquita cosa sería el tal “Teodorín” si su papá no le hubiese encumbrado enseguida a ministro de Agricultura y Bosques, sobre todo de bosques, porque esa es la condición que le permite sacar tajadas más que millonarias de las talas que sin la más mínima consideración por el medio ambiente ni el más mínimo escrúpulo por la honradez administrativa, están realizando madereros desaprensivos – no es el único que se forra entre tanto chanchulleo – por todo el país. Toda la familia Obiang se está enriqueciendo de manera galopante, ahora con el petróleo.

Pero a “Teodorín” le han tocado las mordidas de la madera y él lo dilapida por el mundo adentro con el mayor desparpajo y la más sangrante ostentación hortera que se recuerda. Compra mansiones, coches, obras de arte, joyas, en fin, lo que le sale al paso con tal de que sea caro. Hace la competencia de manera descarada a los jeques árabes sin que le importe lo más mínimo la miseria que agobia a sus paisanos en Guinea Ecuatorial. Hace unos días la Justicia francesa allanó un piso de no sé cuantos miles de metros que tenía en el centro de París y se incautó de los lujos más disparatados que almacenaban.
La mansión de París, en la que invirtió un montón de millones de euros, daría con creces para solucionar las carencias de las escuelas de su país y lo que el personaje se gasta en comilonas, drogas y putas para pagar a millares de maestros con sueldos miserables. Pero esa mansión no es la única con que cuenta “Teodorín “para alojarse y correr sus francachelas en sus salidas al extranjero. Tiene otras en Estados Unidos y se sospecha que alguna también en España. Aquí, se comenta en voz baja, las autoridades no quieren crearse problemas con su padre y se muestran más permisivas que las francesas con los excesos del hijo golfo, prepotente y desaprensivo de uno de los dictadores más crueles e impresentables que aún quedan en el Tercer Mundo.

0 comentarios: